viernes, mayo 05, 2017

La experiencia del Pireo contada por un estibador despedido. La estiba que algunos quieren

Dimitris Batsoulis estuvo trabajando para Cosco en Grecia. En una entrevista a la web Viento Sur, señala cómo era el trabajo para esa naviera y qué difícil les resultó crear un sindicato.

De este modo, Batsoulis señala que era como la ley de la selva, que "son condiciones propias del siglo XIX. En Hong Kong, la empresa Hutchinson gestiona una terminal con esas mismas pautas y los trabajadores han estado en huelga durante 45 días, logrando que se solidarizaran los trabajadores de otros puertos de todo el mundo. Sus condiciones de trabajo han mejorado un poco, pero siguen trabajando con esa maraña de subcontratistas que impide saber quién gestiona realmente el puerto y quién es responsable de esas condiciones laborales. Es parecido a lo que estamos viendo en El Pireo".

Además, su situación era también diferente, ya que no había trabajado previamente en los puertos. Dijo que "durante 11 años yo tenía mi propia empresa de movimiento de tierras, hacía excavaciones, demoliciones y esas cosas. Cuando se hundió la economía, tuve que aparcar la maquinaria y cerrar el negocio. Estaba en paro, así que empecé a buscar trabajo como maquinista cualificado, un título que tengo desde hace 17 años. Me enteré por un conocido que había una vacante en Cosco y tuve una entrevista con el principal subcontratista griego, Diakinisi".

Sobre el contrato que firmó, asegura que necesitaba trabajar, y que "no tenía más remedio que firmar el contrato de trabajo que me ofrecieran. En ese contrato, 3 de un total de 10 cláusulas con abiertamente contrarias a los derechos de los trabajadores. Nos hacían firmar dos contratos, un contrato normal de jornada completa y otro que decía que trabajaríamos 16 días al mes. Lo hacían porque si nos despedían, tenían que pagarnos menos, conforme al segundo contrato. Estuve trabajando duramente, era una tarea peligrosa y había que cumplir medidas de seguridad estrictas. Sin embargo, cada día poníamos en peligro nuestra vida y la de nuestros compañeros. Mi máquina tenía problemas, que yo detallaba por escrito al final de cada turno. Los frenos fallaban, el sistema de lubricación también, el sistema hidráulico tenías problemas, los neumáticos tenían problemas, los faros tenían problemas.


Al día siguiente volvíamos al trabajo y no habían hecho nada al respecto. La calefacción y el aire acondicionado de la cabina no funcionaban. Cuando se hace un trabajo tan peligroso es importante que la temperatura sea óptima, para poder trabajar con la mente clara. Antes de entrar a trabajar solíamos hablar de esos problemas, pero era imposible para los 800 trabajadores que éramos acceder a la dirección y plantear las cuestiones. Tuvimos que formar un comité, y algunos de nosotros lo formamos efectivamente, con cinco personas. Tan pronto como la empresa se enteró, nos echaron".

Tampoco es que se inspeccionara mucho lo que allí ocurría, Batsoulis dijo que "en los nueve meses que estuve trabajando allí no vi ni a un solo inspector. Les facilitaban datos, información anónima, desde luego, porque si alguien les hablaba abiertamente, se quedaba “en suspenso”. A algunos que alertaron a los inspectores de trabajo no les llamaron a trabajar durante una semana. Cuando nos despidieron fuimos a la oficina de la inspección local en Keratsini y no fueron capaces de mostrarnos nuestro horario de trabajo, aunque se supone que han de recibir una copia cada seis meses".

Además, también señala las condiciones de trabajo, que tenían que ver hasta con la disponibilidad de los trabajadores para ir al baño. Así asegura que "si alguien tenía necesidad de ir al retrete, le decían que lo hiciera en la cabina de la máquina. Había unos matones paseando por ahí sin ninguna tarea concreta, y nos preguntábamos qué hacían. Había un clima de terror constante. Nos recordaban todo el rato que si nos quejábamos nos pondrían de patitas en la calle. Hay mucho desempleo, así que nadie abría la boca".

Batsoulis protestó por que "un maquinista ha de poder moverse dentro de la cabina y ver el contenedor que tiene detrás. La máquina, junto con el contenedor, pesa 100 toneladas. Es una gran responsabilidad. El operador no tendría que ponerse diez capas de ropa para no pasar frío. Yo tenía que llevar tres chaquetas, porque en la cabina no había calefacción. El 31 de enero de 2012 estuve trabajando sin calefacción a una temperatura de 1 grado bajo cero. En El Pireo estaba nevando.

El verano anterior ya habíamos presentado informes que decían que la calefacción no funcionaba. Después de estar trabajando durante tres horas en estas condiciones, ya no pude más. Mis manos no me respondían, mis pies tampoco, el cerebro ya no carburaba bien y yo estaba poniendo constantemente en peligro a mis compañeros y a mí mismo.

Una máquina de 100 toneladas moviéndose en el puerto a 15 km por hora es un gran peligro. La grúa puede caer sobre un barco. Dije: alto ahí, tengo que bajar, calentarme y luego volver a subir. Me dijeron que me fuera a casa y no volví a oír nada de ellos durante una semana. Ningún SMS ni nada. Guerra psicológica. Al cabo de una semana me llamaron de nuevo, me tuvieron trabajando durante 2 o 3 días y después me despidieron sin más, junto con otros. Así es como me despidieron. Los que siguen trabajando allí lo viven todos los días. Los trabajadores no deben pensar, ese es el nuevo modelo".

Fuente: http://www.puertosynavieras.es/noticias.php/La-experiencia-del-Pireo-contada-por-un-estibador-despedido.--cl.-Pireo-trabajador-Cosco./79795

3 comentarios:

  1. de la serna me cago en la sepultura de to tus muertos ojala te entre el cancer mas malo del mundo y violen a tus hijas y a tu puta madre la de lasn esquinas. el dia que te mueras, dias lob haga pronto me voy a mear en tu tumba ijo de la gran reputisima puta

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  2. Quiero contactar con vosotros, soy compañero de otro puerto, un correo para dirigirme por favor.
    Aquí en el comentario.

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