Dícese de la exención
de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión
de un superior o por determinada circunstancia propia.
Tenemos un
compañero, en el puerto de Tenerife, acusado de gozar de privilegios cuando
decidió demandar (por motivos de salud) a la empresa en la búsqueda de la
restitución de una situación que ella misma había generado y que en su día
decidió arrebatar, así por las buenas, sin mediar diálogo o la exposición de razones de peso y
por tanto convincentes, para realizar tal cambio de parecer.
No podemos
criticar una parte de la asamblea a este respecto pues las opiniones son libres
y respetables, qué duda cabe, pero si entendemos, en nuestra modesta opinión,
que mirado de forma objetiva este tipo de acusaciones son del todo injustas
pues están más fundamentadas en la animadversión que sobre este compañeros se
ha proyectado de manera torticera e interesada y para muestra un botón.
En la
definición de privilegio encontramos también una extensión a la misma que
sería: privilegio convencional; el que se da o concede mediante un pacto o
convenio con el privilegiado.
O sea
hablamos de un privilegio que se adquiere mediante un pacto o un acuerdo entre
partes, dígase empresa y trabajador por ejemplo, privilegio este que parece
pasar desapercibido pero a fin de cuentas es una dádiva que se concede a
alguien en función de algo o por medio de un pacto sea este conocido o no.
Pongamos un
ejemplo. Supongamos que estamos en una empresa determinada que estando necesitada de personal
acomete las acciones para dar entrada a nuevos trabajadores.
En la
selección tenemos una relación variopinta de incorporaciones que presentan más
o menos experiencia para los diferentes puestos a cubrir.
Supongamos
que entre las nuevas incorporaciones está, que se yo, por ejemplo el hermano pequeño de un destacado
dirigente sindical que trabaja en dicha empresa desde hace tiempo.
En esto se
produce la asignación de los diferentes puestos a cubrir entre los empleados de
nueva contratación.
Supongamos
que entre los trabajos que se van a realizar por los novatos está, por ejemplo,
el de conductor de vehículos articulados tipo D o D-E y que los miembros del
comité de empresa decidieron en su momento dar prioridad a aquellas
incorporaciones que cuentan con este tipo de carnets de conducir y además
cuenten con experiencia de trabajos anteriores, sería algo lógico, pues
reduciría el tiempo de aprendizaje y además sería lo más justo y seguro.
Supongamos
que dicha especialidad, en ese momento en el tiempo, es “la joya de la corona”,
desde el punto de vista económico, de la empresa y además todo apunta a que es
la que más futuro tiene, mirándolo en ese espacio temporal. Dicho esto seguimos
con el ejemplo.
Ahora
supongamos que el citado “hermanísimo”, es elegido para formar parte de esa
“élite” laboral dentro de la empresa pero con la particularidad de que dicho
trabajador cuenta con un carnet tipo “C” (inferior a todas luces) que tiene una
“antigüedad” de 15 días, vaya que tiene la pelusa o el plumón de pichón aún sin
despegar.
Supongamos
ahora que esta elección se hace bajo la premisa de: “Mi hermano es muy inteligente y
aprende muy rápido”, vaya que los demás candidatos serían un atajo de
“troncos” que no merecían ese puesto aún contando con experiencia y
cualificación más que demostrada.
Ahora hay
que preguntarse ¿Sería esto un ejemplo claro de un privilegio del tipo: “por
mis cojones”?, ¿Sería esta conducta de nepotismo algo reprochable y a
erradicar? Lo que está caro, que el ejemplo, lo es de la concesión de un
privilegio, en eso no creo que haya duda.
Pero sigamos
con la historia, que sigue, si.
Imaginemos
que este ya “privilegiado”, protagonista de nuestra historia, tiene la
posibilidad de promocionar en su trabajo a un cargo superior y de mayor
responsabilidad. Lo cierto es que siendo novato la cosa quizás sería la de
esperar un tiempo y dejar a los más viejos y “quemados” de su lugar de trabajo
opten a ese ascenso, pues muchos de ellos se jubilaran en pocos años y con ello
quedaran esas vacantes libres nuevamente, vacantes que deberían ser cubiertas
por nuevo personal y con ello los
trabajadores se “queman” menos en el tiempo, pues se mantiene cierta rotación
continua en los ascensos. No así si un novato muy joven ocupa ese cargo
“cerrándolo” por muchos más años hasta la jubilación del mismo.
Como decimos
el protagonista de nuestra fábula tiene posibilidad de ascender y lo hace…
nadie lo dudaba. El problema se podría dar cuando este trabajador asciende de
una especialidad que tiene cierta merma para la nueva labor que va a realizar
pues tendría cierto desconocimiento del equipo de trabajo, conocimiento que
sería fundamental para realizar su labor de forma eficaz y adecuada. Pero en
nuestra historia todo está controlado, no tenemos más que pronunciar las
palabras mágicas: “Mi hermano es muy inteligente y aprende muy rápido” y todo
solucionado, ya tenemos un ascenso confirmado y sólidamente asentado.
Pero supongamos
que esta historia no acabara aquí, que va, supongamos que continúa.
Supongamos
ahora que en la senda de nuestro privilegiado protagonista se le presenta la
oportunidad de ser personal de confianza dentro de su empresa (no hablamos de
una cárcel, no) y con su flamante ascenso es presentado como trabajador propio (de
manera temporal indefinida) de una empresa determinada, todo ello negociado por
el susodicho y su representante, ello es, al margen del grupo de los
trabajadores compañeros de este “personaje de ficción”.
Con este nuevo cargo el
trabajador en cuestión, cierra el círculo de los privilegios pues ahora entre otras podría elegir el horario a su acomodo
y necesidad, trabajar los días que cree convenientes al margen de sábados,
domingos o festivos y lo mejor es que contaría con una interesante remuneración
que estaría muy por encima del salario que debería cobrar si no fuera un
privilegiado, hablamos de aproximadamente un 63% más, una cifra a voleo que hablamos de una fábula... o quizás no, quién sabe.
Lo mejor es que el personaje de nuestra historia goza de una envidiable salud y no sufre ninguna enfermedad mortal como pueda ser el cáncer o similares lo cual siempre es motivo de alegría, como no podía ser de otra manera (sin ironías).
Terminamos
como empezamos:
Privilegio
del latín privilegĭum
Dícese de la exención
de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión
de un superior o por determinada circunstancia propia (dígase una enfermedad grave).
SALUD.
Muy bien explicadito oiga.Que privilegios tienen muchos ,no uno solo
ResponderEliminarNo falteís a la verdad. La mitad de las cosas no son así. Lo del carné, no todos los de esa especialidad lo tienen. La promoción, la hizo una empresa externa, pero como un miembro de FSOC no salió elegido había q denuciar y "echarla abajo". La libre designación, un miembro del FSOC, fue a la "zorrina" a ofrecerse voluntario y le dijeron q no. Un compañero, veterano, fue de libre y a los 10 min. abandonó pq.. ".. es q es muy complicado". Lo del salario un 63% más no es cierto. Y lo del compañero enfermo, me parece una poca vergüenza lo q hace, denunciando su situación. Aprovechando la buena fe d su lista, utiliza un acuerdo interno para su beneficio,, no puede trabajar por las tardes, ni festivos, pq de todos es sabido q un lunes de primera festivo, es distinto al q no lo es. Eso si, para irse de pesca, alardear de ello frente a sus compañeros y estar todo el día al sol, para eso no hay problema.
ResponderEliminarOleeeeeee.... Esooo que salga la verdad!! Usar una EX-enfermedad para tener privilegios eso sí es de juzgado de guardia. Y si no los consigo...a denunciar!!! Lo bueno? El tiempo pone cada cosa en su sitio! Blog de mentirosos!
ResponderEliminarEmpezando por ti
EliminarQue mal te ha informado el denunciante. Antes de publicar hay que contrastar. Mas que nada para que no te utilice y encima caigas en su juego. Es mas listo que tú.
ResponderEliminarY que tu
EliminarHombre !!! al hermanísimo hay que dejarle tiempo para que se dedique a la política que las cosas municipales llevan su tiempo ....
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