lunes, septiembre 30, 2013

25 años de lucha y conflicto en la sociedad de estiba

Silvia Fernández / Las Palmas de Gran Canaria

La lucha de poder vivida en el seno de la Sociedad Anónima de Gestión de Estibadores Portuarios (Sagep) de La Luz en las últimas semanas y en la que la Autoridad Portuaria ha jugado un papel clave, ha puesto en evidencia los problemas de esta entidad, que desde su creación en 1988 y bajo el nombre de Sestiba no ha dejado de ser foco de conflictos, intrigas y peleas. Sus orígenes ya fueron complicados. La oposición de los portuarios a la constitución de Sestiba y las protestas de aquellos años acabaron, de forma accidental, con la vida de Belén María, que se ha convertido en un símbolo de los estibadores de La Luz.

     La sociedad, que surgió hace 25 años al amparo  del Real Decreto Ley 2/86, pretendía organizar el trabajo de los estibadores de tal manera que supusieran un abaratamiento de los costes para las empresas estibadoras (encargadas de la carga y descarga de los barcos). No hay que olvidar que el trabajo de los portuarios es discontinuo (cuando llega el barco al puerto) y resulta muy caro mantener a un trabajador una jornada completa cuando está empleado unas horas al día. Con Sestiba se acababa con este problema, ya que los portuarios estaban contratados por la sociedad por horas y su jornada se completaba entre las distintas estibadoras que integraban la sociedad, y que en sus orígenes eran más de veinte.

     Así que la idea inicial no resultaba nada mala. Las estibadoras pagaban en función de los turnos de portuarios que contrataran y repartían gastos. Entonces, la Autoridad Portuaria formaba parte de la sociedad, al tener el 51% del capital (esto cambio en 2011 con la privatización); mientras que el 49% restante se distribuía entre las empresas. El Puerto tenía mayoría al entenderse entonces que las tareas de estiba eran un servicio público.
      Hasta los portuarios salieron ganando con esta simplificación de la organización laboral, puesto que con anterioridad gozaban de escasos derechos laborales y dependían para ser contratados directamente del antiguo Inem (estaban vinculados a un registro especial denominado OTP, organización de trabajadores portuarios). Con Sestiba la plantilla de trabajadores portuarios se redujo de 800 a 200 en unos años buenos en los que las empresas estibadoras hicieron dinero.

     Durante casi diez años la sociedad operó sin demasiada conflictividad. Algún sobresalto hubo en el ámbito portuario pero sin demasiada enjundia y en muchos casos protagonizado por las empresas estibadoras, que en algunos casos dejaron de operar en La Luz o se fusionaron con otras para crecer. De tal forma que de las más de 20 que dieron lugar a Sestiba se pasó en una década a seis: Opcsa, La Luz Terminal de Contenedores y La Luz Market, que hoy siguen en la sociedad; Naviera Armas y Terminal de Carga Rodada (TCR) - Acciona Trasmediterránea, que dejaron la estiba; y Líneas Marítimas Canarias - Contenemar, hoy desaparecida.        

     La tranquilidad duró sólo hasta 1997. Ese año comenzó la decadencia de Sestiba a raíz de una decisión errónea y que hoy, muchos achacan a unas elecciones. Aquel año la sociedad decidió ampliar -con el apoyo de la Autoridad Portuaria- la plantilla de estibadores en más de 350 personas y no por la necesidad del momento sino pensando en un previsible incremento de la actividad de la pesca pelágica y el tráfico de trasbordo, que desafortunadamente nunca llegó. De esta forma, Sestiba se vio de la noche a la mañana con una sobreestructura laboral, de más de 500 trabajadores (el problema continúa actualmente) y un sobrecoste imposible de asumir para la actividad que se registraba en el Puerto.

     Así que la solución acordada en 1998 por empresas y Autoridad Portuaria fue  sencilla: pagar lo que se pudiera, cobrar de igual manera y aquello que quedaba en el aire dejarlo a un lado hasta que en algún momento pudiera hacerse frente. ¿Qué sucedió?, pues que aquel agujero, que comenzó tímidamente, fue creciendo cada año con el beneplácito del Puerto y las empresas, que seguían ganando dinero, porque no se les facturaba lo suficiente. Y la bola fue creciendo, hasta llegar en el año 2006 a los 25 millones de euros. Una cantidad nada desdeñable que le permitió a este agujero tener hasta nombre propio y convertirse en lo que hoy se conoce como déficit histórico de Sestiba.  

     Una bomba de relojería que amenaza a Sestiba y que a fecha de hoy no parecer ser responsabilidad de nadie. De hecho, los distintos presidentes que han pasado por la Autoridad Portuaria en los últimos diez años se han encontrado con esta papa caliente y ninguno se ha atrevido a meterle mano. Salvo Emilio Mayoral, que implantó un plan de viabialidad que permitió que entre 2007 y 2012 no se generara más déficit y reducir el actual en nueve millones. Otro remedio paliativo que se tomó para reducir el déficit fue la implantación  de la llamada Tarifa Máxima Empresarial. La tasa, que llevan diez años rechazando los empresarios pero que realmente la soportan los consumidores, grava con 0,80 céntimos toda tonelada que se mueve en el Puerto. Y lo que se obtiene, se estima que 1,5 millones de euros anuales, se dirige a tapar el agujero, que a fecha de hoy es de 14,6 millones de euros. Desde Sestiba (hoy Sagep) se asegura que la tasa ha servido para reducir de forma sustancial el déficit mientras que a la clase empresarial de Las Palmas no le salen las cuentas.

     Y así siguió caminando la sociedad, en una tranquilidad relativa, rota de vez en cuando por los conflictos de los portuarios -capaces de parar el Puerto para conseguir sus objetivos- y las luchas empresariales, comprensibles en un recinto donde se dan tantos intereses contrapuestos y el dinero está por medio. Hasta que en 2011 se produjo la privatización de Sestiba y con ello, la salida de la sociedad de la Autoridad Portuaria, que respiró aliviada; para congoja de las empresas que se quedaron con el 100% de la sociedad pero también con su terrible déficit (entonces de 18,5 millones) y una estructura de 500 trabajadores en un momento de caída de la actividad. Todo un papelón.

Privatización. La privatización tocó cuando era presidente Javier Sánchez Simón, pero no fue idea suya sino que vino impuesta por un cambio legislativo a nivel nacional, con la entrada en vigor del Real Decreto Ley 2/2011, que determinó la salida de los Puertos de las sociedades de estiba. Entonces pasó de ser Sestiba a Sagep. Una sociedad privada de la que el Puerto se marchó sin asumir ninguna responsabilidad -a pesar de que se sentaba con mayoría en todos los consejos que dieron luz verde a seguir engordando el déficit. Antes, eso sí, de su salida el Puerto firmó un aval de nueve millones de euros, que hoy no se está pagando.

     Tres empresas estibadoras  -Armas, TCR y La Luz Market- se opusieron entonces al proceso de privatización, sin demasiado éxito. Las dos primeras decidieron salirse y dejar de operar en la estiba y la tercera (La Luz Market), aún permanece junto a Opcsa y La Luz. Y estas tres, que se han enfrentado o emparejado de distinta forma, según interesara, a lo largo de los 25 años de la historia de Sestiba, han protagonizado en este mes un último enfrentamiento por el poder de la sociedad. En esta ocasión, se unieron La Luz Market y La Luz para arrebatar el control a Opcsa, que es la que tiene hoy mayor actividad. Ambas rechazan más ampliaciones de capital y además quieren pagar en función de los turnos que cada estibadora nombra y no por la participación que tengan en la sociedad. En esta disputa ha salido vencedora Opcsa, que logró esta semana con el apoyo de la Autoridad Portuaria la incorporación de un nuevo socio: Gramelcan, con el que hará pinza para sacar adelante todo lo que se proponga, incluida una ampliación de capital.

     De todas formas, el camino es largo y viendo lo visto, nada está escrito sobre el futuro de la Sagep.

Fuente: http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=312766

No hay comentarios:

Publicar un comentario