Si me queréis; ¡IRSE!, gritaba la Lola de España en aquella
tumultuosa y desastrosa boda de su hija, mayor.
Si me queréis; ¡IRSE!, gritó a
la concurrencia ansiosa y abrumada por la multitudinaria turba que decidió
pasarse por aquel bodorrio a presentar “sus respetos”. Si me queréis; ¡IRSE!,
esa fue la frase que quedó para la posteridad tras aquel evento y que ahora nos
viene a la memoria tras los sorprendentes acontecimientos del día a día en el
acontecer portuario.
Que la situación en el puerto de Tenerife es delicada es
algo que no es novedad para nadie que esté medianamente informado. La irrupción
de OHL en nuestro puerto con la puesta en marcha de la TCT que duda cabe que ha
sido un balón de oxigeno para un paciente próximo a la asfixia, que amenazaba
con una fulminante parada de todos su órganos y por tanto, con una muerte irremediable.
El incremento en el número de turnos en las operaciones de
estiba nos abre a todos una puerta a la esperanza, aunque no soluciona el
problema, muy especialmente a aquellos que dependemos de manera muy directa de
las operativas portuarias. Este hecho que parece una obviedad sin importancia, muy
al contrario la tiene y mucha, pues la presión que esta situación genera no es
la misma para, por ejemplo, un estibador que para un gerente o director de
terminal, por señalar a alguien. Pero,
¿cómo es que estamos tan seguros de este hecho?, la cosa sería bastante
simple.
En primer lugar situemos los actores en el contexto geográfico,
social y económico que forma nuestro “teatro de operaciones”.
Canarias, es un conjunto de islas cuya situación geográfica
es muy próxima de las costas africanas por tanto su posición se nos muestra
óptima para un “asalto” a dichas costas.
Cuentan además con unas infraestructuras portuarias más que
aceptables y en plena renovación, con capacidad para almacenamiento en pleno
desarrollo, con una maquinaria que sin ser de última generación se puede
confiar en ella para salir de un apuro en momentos puntuales y sobre todo cuenta
con un personal portuario de primera (hablo de Tenerife que es lo que conozco)
pues contamos, en su inmensa mayoría, con trabajadores sobradamente capacitado,
comprometidos con su trabajo y su desarrollo presente y futuro.
Bien, para un ojo avezado, entrenado y con algo de sana
ambición, este sería el marco base de un formidable proyecto de futuro para el
negocio del transporte marítimo, pero digo y digo bien, solo lo sería para
aquellos que lo quieran trabajar y tuvieran interés en ello.
La cosa no puede ser más simple. Si miramos nuestro mundo
globalizado baste un pequeño vistazo para entender que en él se está
desarrollando una formidable guerra comercial con bandos bastante definidos
donde estarían los más poderosos, entiéndase China y EE UU (a pesar de su
monstruoso déficit) a los que se han ido auto invitando algunas otras economías
de diferentes zonas del globo que sin ocupar mucho espacio; por medio de
alianzas se pueden ir haciendo con el “nicho” que deja vacante la CEE (Comunidad
Económica Europea) inmersa en su particular crisis económica y de credibilidad.
En este vasto “campo de batalla” se lucha sin tregua ni
cuartel por la conquista de territorios plagados de consumidores ávidos, a los
cuales suministrar de forma incesante todo tipo de mercancías y bienes, los
necesiten, o no.
Lo cierto es que estos territorios comienzan a ser escasos y
el ritmo de crecimiento de las economías no puede decrecer, así lo exige el
capitalismo, luego para mantener este crecimiento hay que extender aún más los
territorios y fijarse nuevas metas de conquista y es ahí donde entraría
Canarias y su posición geográfica.
El capitalismo de consumo en su afán de conquista territorial
ha puesto sus ojos en el último gran
mercado “virgen” que le queda y que pudiera ser explotado para su beneficio,
que no es otro que el continente africano. Este continente había sido
desestimado, tiempo atrás, por las multinacionales como lugar de desembarco de
sus productos pues era considerado mas como territorio a explotar –de manera
literal- por contener múltiples riquezas y materias primas para la manufactura
de artículos y gobiernos corruptos que las controlaban para venderlas al mejor
postor. El consumo, pues, no era una prioridad, pensar en “consumir” cuando no se
cuenta con lo más básico es algo absolutamente absurdo. Además, crear consumidores
implicaría dar “acomodo” a los pueblos, mejorar algo su régimen de vida y
libertades, con el fin de llevarlos a la senda del consumo, pero este hecho
tiene contrapartidas y es que estas sociedades serían más difícil de explotar y
por tanto de expoliar.
Pero las tornas parecen que han cambiado y ahora prima la
venta a la explotación salvaje. Por ejemplo ahora son multitudinarios los
planes de desarrollo implementados por los chinos en algunos países africanos
con el fin de anexionarse a sus potenciales consumidores además de conseguir el
beneplácito de sus gobiernos para la explotación de sus riquezas o qué decir de
esas sorprendentes “primaveras árabes” que cuentan con todo el respaldo de la burguesía
europea, ¿desde cuándo?, que buscan liberar del “opresor” a sus pobres
ciudadanos, o mejor decimos consumidores.
Lo dicho, para algunos la cosa está clara, África en el
objetivo y Canarias está en la ruta de ese, objetivo; ¿a qué esperamos entonces?,
pues oyendo lo que se oye en el puerto de Santa Cruz, simplemente estamos
esperando a que la fortuna pase por nuestra puerta, nos toque en la misma, pase
al salón y se arrellane en nuestro sofá al grito de: ¡HASME TUYA!, porque si
no, como entender que un gerente de terminal diga en público, sin cortarse lo
más mínimo, que el futuro de su empresa es esperar que a la competencia le
rebocen el trabajo para poder quedarse con las migajas; compadre: ¿Quién coño
te puso ahí?, o sea ¿qué encuentras una puta mina de platino, oro o coltán en
tu puñetero salón y la conviertes en una ruta turística, para que la visiten
los colegios?, tú debes ser eso que llaman emprendedores, coño así nos va.
Por esto es aquello de la presión. Estás cosas solo las dice
aquel que tiene los garbanzos asegurados en el plato de todos los días y viene
a estos lares a pasarse unas fantásticas vacaciones con todos los gastos
pagados. Por eso, también, es aquello de: Si me queréis; ¡IRSE!
Hombre, si lo miras bien tiene hasta su lógica. Qué no te
salen las cuentas, puedes echar gente a la calle, o mejor aún, puedes buscar un
aliado que te permita ir rasurando al personal hasta que las cuentas te vayan
cuadrando, euro arriba, euro abajo, que viene a ser mejor pues sigues
disponiendo de todo el personal para esos días donde los picos de trabajo lo
requieren y así siempre tienes la espalda cubierta. Ahora baste un visionario
que te apoye con revolucionarias y novedosas medidas económicas del tipo: a la
mierda las pagas, a la mierda el descanso semanal págatelo de tu paro si
quieres, a la mierda el convenio, en resumen, a la mierda tu trabajo, pero si
te parece poco, también pueden recurrir al: Si me queréis; ¡IRSE!, en alusión al
tema de las excedencias rocambolescas.
Ciertamente, hay algunos que el día que hagan balance de su
gestión, dejan a Rajoy por catedrático en organización y previsión.
…y todavía exigirán agradecimiento y reconocimiento.
Lo dicho: Si nos queréis; ¡IRSE!
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